03/27/2024
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por Danna Martinez

Con el tiempo, los estudios han propuesto diferentes dietas para humanos, que van desde verduras y productos bajos en grasas hasta dietas con frutas y comidas ligeras. Sin embargo, una dieta se destaca sobre las regulares, que curiosamente todavía se usa en la actualidad. La entomofagia es la práctica de comer insectos.

El término entomofagia se compone de las palabras “entomos” y “faguein”. Ambas expresiones se originan en griego y se traducen “insectos” y “comer”, respectivamente. Integradas, estas palabras se refieren a la ingestión de insectos.

Al contrario de lo que podríamos pensar, las personas entomófagas tienen un menú extenso entre el que elegir su comida. Además de las hormigas y los grillos, en esta dieta también se incluyen arácnidos y artrópodos, es decir, gusanos, abejas, orugas, saltamontes, hormigas y escorpiones.

Mientras que a algunas personas les gustan los batidos verdes, otras prefieren el sabor y la textura de los bichos crujientes. Si bien la entomofagia no es una práctica común en los Estados Unidos, sí lo es en muchos lugares del mundo, fundamentalmente en Asia, África y América Latina. Además, algunas personas consideran su afición por esta dieta como algo más que un simple gusto. De hecho, la entomofagia encierra una influencia significativa en varias culturas. En países como México, Tailandia y Japón, el consumo de insectos forma parte de su gastronomía a nivel nacional.

En un contexto biológico, se cree que los insectos son una fuente de proteínas excelente y muy nutritiva. Según el sitio web Eat Crickster, la proteína es el componente básico de cada parte de nuestro cuerpo, incluidos los músculos, los huesos y la piel. Además, una dieta de entomofagia se compone de grasas saludables y micronutrientes -como calcio, hierro, magnesio, fósforo, selenio y zinc- que también mejoran la calidad de vida humana.

La entomofagia tiene varias ventajas. Por si sus beneficios para la salud no fueran suficientes, el consumo de insectos también lucha contra el cambio climático. La cría de insectos casi no produce emisiones de gases de efecto invernadero, lo que es bastante maravilloso en comparación con otras producciones de carne. Además, comer insectos puede ser una solución al hambre en el mundo, y su producción a bajo costo podría ser un ingreso rentable para millones de familias.

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