Por Danna Martínez
Hay días en los que vemos situaciones desde su lado más negativo. Se generan sentimientos que provocan estrés, en algunos casos tristeza e incluso enfado. Por el contrario, también hay días en los que tendemos a ver las cosas desde su lado más favorable. Esta tendencia se conoce como optimismo.
El término optimismo proviene del latín “óptimo”. Esta palabra se refiere a “lo mejor”. La palabra optimismo fue acuñada por el filósofo alemán Leibniz. Sin embargo, fue popularizado por Voltaire, filósofo y escritor, en su obra “Candide ou l`Optimisme”.
El optimismo se considera una actitud de alguien hacia otra persona, cosa o situación. La creencia o la esperanza de que algo saldrá bien es una mejora en la forma en que las personas actúan.
La perspectiva, la forma de pensar y ver las cosas lideran las actitudes mentales. El optimismo es una actitud mental. Ser optimista puede considerarse una elección. Al decidir afrontar las circunstancias y adversidades del día a día de forma positiva, estamos adoptando una actitud optimista.
La actitud mental juega un papel esencial en la forma en que vivimos nuestra vida. El poder de nuestra mente puede ser mayor que nuestro poder físico. No podríamos afrontar un desafío sin antes creer y confiar en que podemos afrontarlo; Incluso si tenemos las capacidades físicas necesarias para afrontarlo.
Ver el lado positivo de las cosas no necesariamente sugiere creer en un mundo ideal o perfecto. Una persona optimista busca los aspectos favorables de una situación sin dejar de ser realista sobre lo que puede lograr y lo que no.
Las personas con actitud optimista confían en que sus habilidades pueden hacer que las cosas salgan bien. Como era de esperar, las cosas no siempre salen bien. Cuando algo no sale bien, el ser humano tiene tendencia a desesperarse y actuar negativamente al respecto. Sin embargo, en el caso de un optimista, la reacción puede variar. En lugar de involucrar energías negativas en un escenario ya negativo, el optimista busca formas de mejorar el escenario.
La tendencia a ver y juzgar las cosas desde una perspectiva positiva permite a las personas enfrentar diferentes obstáculos con coraje, ánimo y confianza.
El optimismo no ignora las experiencias estresantes o difíciles de la vida. Por el contrario, al encontrar obstáculos o desafíos en el camino, el optimista busca formas de convertirlos en oportunidades para aprender y avanzar. En algunos casos los obstáculos se consideran como algo puramente temporal a lo que no se le debe dar gran importancia.
La doctrina del optimismo dispone al sujeto a esperar lo mejor en todos los aspectos. El optimismo es la corriente opuesta al pesimismo.
En muchos casos, el optimismo resuelve conflictos o evita tenerlos. Se ha demostrado que el optimismo favorece la resolución de conflictos entre las personas, guiándolas a elegir una solución justa y eficaz al problema.
Una característica representativa de las personas optimistas es que son persistentes y están motivadas. Superar un desafío, por pequeño que parezca, puede alimentar la motivación de una persona. Cuando los desafíos parecen grandes, es la actitud la que influye en las personas para querer enfrentarlos. De la misma forma, es la actitud la que les ayuda a superarlos.
El cambio positivo en nuestros pensamientos nos ayuda a reducir el estrés y las preocupaciones. También presenta una perspectiva constructiva, en la que generamos la capacidad de retener aportes y mejorar continuamente.
“La vida es como un espejo: Te sonríe si la miras sonriendo”.
-Mahatma Ghandi
“El pesimista ve dificultad en cada oportunidad. El optimista ve la oportunidad en cada dificultad.” -Wiston Churchill.
“A pesar de todo, todavía creo que la gente es realmente buena en el corazón.” -Ana Frank