05/03/2024
Spread the love

por Danna Martínez

Los seres humanos tienden a mentir, con más frecuencia de lo que pensamos. Todos tenemos al menos un recuerdo en el que mentimos o alguien nos mintió. Cuando hacemos que alguien crea algo que no es cierto, estamos mintiendo o básicamente haciendo trampa.

Engañar a alguien significa hacerle creer a través de desvíos y mentiras algo que no es cierto. Las palabras, así como otras formas de expresarnos, son determinantes a la hora de mentir. En muchas ocasiones hacemos trucos, creamos falsas realidades, manipulamos información e incluso nos convencemos de que estamos diciendo la verdad.

Generalmente, engañamos a las personas para que obtengan algo a cambio. Pero, ¿qué puede ser digno de la captura de la verdad? Sorprendentemente, muchas cosas. Hacemos trampa en cosas “pequeñas” solo para obtener un descuento, una puntuación correcta o simplemente para evitar la verdad. De la misma manera engañamos en cosas grandes, como cuando somos infieles a nuestros gustos para satisfacer a alguien más, o alardeamos de algo para parecer un poco más sorprendente. Nos mentimos a la hora de proponer metas a las que no ponemos la voluntad de conseguir y por poco o nada preferimos excusarnos antes que decir la verdad.

El origen de nuestra mentira tiene múltiples raíces y se determina en función del contexto. Algunos psicólogos presumen que la razón por la que mentimos está ligada al miedo. Tenemos tanto miedo de no poder hacer algo que simplemente preferimos no hacerlo y afrontar las consecuencias. Tenemos tanto miedo de decepcionar a la gente que pensamos que nuestra única salida es hacerles pensar lo contrario.

También mentimos constantemente por codicia. Cuando queremos algo y pensamos en la dificultad que existe para conseguirlo, es más fácil para nosotros simplemente hacer trampa y andar por las ramas. En algunos casos la mentira se convierte solo en una excusa para no hacer un esfuerzo, o para evadir lo que tememos lograr.

La realidad es que detrás de cada mentira hay una consecuencia. Debajo de cada mentira está nuestra moral, ergo, esas costumbres que guían nuestro comportamiento hacia lo que se supone que debemos hacer. Al mentir, no solo dejamos de lado nuestro valor de honestidad e integridad, sino que también nos decepcionamos a nosotros mismos y a quienes nos rodean.

La mentira más allá de ser la prisión de muchas de nuestras virtudes es también la receta perfecta para el fiasco, ya que al mentir nos aventuramos constantemente a ser descubiertos y por tanto disciplinados. Sin embargo, cuando mentimos con tanta frecuencia, ya ni siquiera nos damos cuenta de las consecuencias y la gravedad de los problemas que tenemos. Engañar a los demás no es solo algo que hacemos para “pasar el tiempo”. La mentira, además de generar discordia, tristeza, enfado, dolor y frustración, es una de las causas más comunes de ruptura de las relaciones humanas en la sociedad.

Decir una mentira puede parecer que no cuesta nada hasta que nos damos cuenta de que nos quitó todo.

About Author