05/07/2024
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por Danna Martínez

“Toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario”.

El término coartada, en latín, fue originalmente un adverbio que significa “en otro lugar”. Por ejemplo, según el diccionario Merriam-Webster, “se podría decir que una persona enjuiciada demuestra su coartada cuando se cometió el crimen”. La palabra se limitó a su uso adverbial cuando se adoptó por primera vez al inglés en el siglo XVIII. Sin embargo, a fines de ese siglo, la coartada había adquirido el estatus de sustantivo y se usaba en contextos legales para “el alegato de haber estado en otro lugar en el momento del crimen”.

Con el tiempo, la palabra coartada se ha relacionado fuertemente con la ley y los procedimientos de investigación de delitos. De hecho, una persona otorga su inocencia al demostrar su ausencia en el lugar donde se cometió el crimen; esta es una coartada. En el campo del derecho, cuando un individuo tiene una coartada, demuestra su ausencia física y activamente en la zona del crimen; por eso es inocente.

Sin embargo, no todas las coartadas son perfectas. Para declarar admisible una coartada, debe haber una serie de exámenes que demuestren su certeza. Las imágenes de video, los recibos, la ubicación, los registros telefónicos y las fotos son algunas de las pruebas más consistentes dentro de un caso. Esto sugiere, en otras palabras, que el testimonio del imputado, a pesar de ser relevante, no es determinante en su juicio; debe existir un trasfondo integral donde la prueba irrefutable revele a una persona inocente o culpable.

Las coartadas son la clave de la libertad. Actualmente, una coartada funciona como la explicación, excusa o argumento que justifica por qué una persona es inocente. Del mismo modo, las coartadas son la defensa perfecta para evadir la responsabilidad de algo. Inocente o no, una coartada bien elaborada refleja el camino seguro hacia la inocencia.

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