04/26/2024
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por Cara Beth Lewis

Traducido por Danna Martinez

Hoy es 20 de diciembre… Estamos oficialmente en la semana de Navidad, en medio de la compra de regalos de último minuto, la envoltura de obsequios, preparaciones para cenas navideñas y decoración en nuestros hogares. Estoy segura de que Santa y sus elfos están trabajando duro en el Polo Norte, esforzándose para asegurarse de que los niños del mundo reciban los regalos escritos en su lista de deseos. Pero no olvidemos la razón por la que hacemos todo esto.

Viajemos en el tiempo… Mucho tiempo atrás. Una joven llamada María, pronta a casarse, tuvo un encuentro con un ángel del Señor. El ángel, quien tenía por nombre Gabriel, le dijo a María: “¡La paz sea contigo! Dios te ha bendecido y se complace en ti. No tengas miedo, Dios ha sido muy bondadoso contigo. Quedarás embarazada del Espíritu Santo y darás a luz un niño, a quien llamarás Jesús. Él será el propio Hijo de Dios y su reino será eterno.” Por supuesto, María tenía miedo, pero confiaba en Dios.

María estaba pronta a casarse con José. Cuando le contó la noticia de su embarazo, él se preocupó y hasta pensó en que debería cancelar la boda por completo. Entonces, un ángel se le apareció a José en un sueño y le dijo: “No temas tener a María como esposa”. El ángel le explicó que María había sido elegida por Dios para ser la madre de su Hijo, y le dijo a José que el bebé se llamaría Jesús, que significa “Salvador” porque salvará a la gente. Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel le había dicho que hiciera y tomó a María como esposa.”

En ese entonces, María y José vivían en Nazaret, parte del Imperio Romano. El emperador, Augusto, ordenó a todos reportarse en el pueblo de su origen para hacer un censo y verificar que todos estuviesen pagando impuestos. Por tal motivo, María y José tuvieron que viajar a Belén, donde la familia de José procedía. María estaba esperando dar a luz pronto, lo que hizo del viaje un lento y dificultoso traslado.

Cuando por fin llegaron a Belén, se enfrentaron a un nuevo desafío: encontrar un lugar para quedarse. Debido a la extensa cantidad de personas en el pueblo por causa del censo, toda casa estaba ocupada. Desesperados por encontrar un lugar donde dormir, ellos terminaron pasando la noche en un establo con animales. Fue entonces, cuando María dio a luz al Salvador, Jesús.

En aquellos días, era costumbre envolver a los recién nacidos estrechamente en una larga tela llamada mantilla. La cama de Jesús era el pesebre del cual los animales se alimentaron con heno. Mientras tanto, justo afuera de Belén, los ángeles del Señor se aparecieron a los pastores que pastaban sus ovejas. Uno de los ángeles dijo, “No te asustes. Tengo buenas noticias para ti y para todos. Hoy en Belén, el Salvador nació para ti. Encontrarás al bebe viviendo en un pesebre.”

Más ángeles aparecieron, brillando alto en el cielo. Los pastores los escucharon y oraron a Dios, cantando: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres.” Los pastores decidieron ir a Belén y ver por sí mismos el acontecimiento.

Cuando llegaron a Belén, vieron al bebé Jesús en el pesebre, justo como los ángeles les habían dicho. Los pastores compartieron la historia de los ángeles y todo el mundo quedó asombrado.

Según el sitio web whychristmas.com, cuando Jesús fue traído al mundo, una nueva y brillante estrella apareció en el cielo. Algunos sabios de países lejanos notaron la estrella y encontraron su significado. Ellos eran hombres muy inteligentes que estudiaban las estrellas y que además habían leído antiguas escrituras que pronosticaban el surgimiento de una nueva estrella que honraría el nacimiento de un gran rey. Ellos entonces se dispusieron a encontrar al nuevo rey y llevar a él los obsequios.

El rey Herodes, atraído por la noticia, mandó a los viejos sabios a descubrir dónde se encontraba el nuevo rey. Sin embargo, el rey Herodes no mencionó en su mandato las intenciones malévolas que tenía respecto a ese encuentro. Los viejos sabios tenían planeado reportar al rey Herodes como se les fue pedido, pero una señal fue hecha por Dios en sus sueños, advirtiendoles del malvado plan del rey Herodes. Los viejos sabios escucharon el llamado de Dios, y no se reportaron con el Rey Herodes.

Los viejos sabios, siguiendo el camino de las estrellas y las instrucciones de las escrituras antiguas, finalmente llegaron a Belén. Allí, presentaron sus regalos al recién nacido: oro, incienso y mirra. Cuando los viejos sabios partieron del lugar, un ángel se le apareció a José en sus sueños. “Levántate” le dijo, “toma a Jesús y María y escapa a Egipto. Quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes tiene planeado buscar a Jesús para matarlo.” Entonces José se levantó, tomó a Jesús y María, y durante la noche se fueron a Egipto, donde estuvieron hasta que Herodes murió.

Después de la muerte de Herodes, un ángel apareció en un nuevo sueño de José. El ángel dijo, “Levántate, toma a Jesús y María y ve de vuelta a Israel, porque los que intentaban matar a Jesús están muertos.” Entonces José se levantó, tomó a Jesús y María y fueron de vuelta a Israel. Pero cuando escuchó que el hijo de Herodes era el nuevo rey de Judea, José tuvo miedo de ir. Entonces, en su lugar, fueron a Galilea y vivieron en su antiguo pueblo de Nazaret.

María y José mantuvieron al recién nacido a salvo, con la ayuda de Dios. Jesús fué el Salvador del mundo, justo como los ángeles dijeron a María y José.

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